lunes, 11 de febrero de 2013

DICCIONARIO DE INSTRUMENTOS. El rabel.


CON EL RABEL A CUESTAS, vamos de aquí para allá; es decir, pasamos de lo concreto, de lo próximo a lo más lejano y universal, en una especie de rondo en el cual el rabel ocupa el centro. Ahora toca verlo desde fuera. Se trata de media docena de páginas que insertaremos en dos sesiones. La primera llega hasta el SIGLO XV.  Estamos con la versión "oficial" de su origen y evolución. Debemos seguir aprendiendo. 


EL RABEL EN EL DICCIONARIO DE INSTRUMENTOS MUSICALES DE Ramón Andrés.

rabáb (ár.) RABÉ MORISCO.
rabai (OC.) RABEL.
rabalejo RABEL.
rabaquet (dim. cal. de rabel) RABEL.
rabé ant. RABEL.
rabé morisco (t., rabáb, rebábi Instrumento cordófono, especie de laúd corto, que fue modificado entre los siglos x y XI para ser frotado con un arquillo. (RABEL.)
(Músicos de rabé morisco. Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio (siglo XIII). FOTO DE LA PORTADA DEL DICCIONARIO.
De procedencia islámica, estaba constituido por un solo bloque gradualmente estrechado hacia el clavijero, que tenía forma de pala y estaba inclinado hacia atrás, como en el laúd; las clavijas se disponían en flanco. No poseía cordal frontal, sino que sus cuerdas, que eran de tripa y en número de dos, permanecían sujetas a un resorte ubicado en la parte inferior de la caja. Su puentecillo era bajo y plano y se apoyaba sobre una tapa armónica, que consistía en una membrana; sin embargo, puede decirse que dicha tabla, a menudo ornamentada, quedaba prolongada hacia la parte superior del instrumento, fabricada en madera -inicialmente era de cuero- y dotada de uno o varios orificios -frecuentemente rosetas- que actuaban como tornavoces. La tabla contaba con dos niveles, quedando la membrana en un plano inferior. No tenía batedor y se tañía con un arco corto y curvo. La longitud oscilaba en torno a los 50 cm. De hecho, esta descripción responde a la del rabáb clásico árabe -todavía en uso en las agrupaciones instrumentales del Norte de África- que penetró en la península ibérica hacia el siglo XI y su práctica se mantuvo hasta bien entrado el XIV. Se tocaba a la manera oriental, esto es, apoyado sobre las piernas.
Egidius de Zamora (siglo XIII) menciona este instrumento en De musica (c. 1260), pero la primera documentación castellana se encuentra en el Libro de buen amor (c. 1330) del Arcipreste de Hita (c. 1283-c. 1350); en dicha obra se diferencia el rabé morisco del rabel propiamente dicho, ya que en los versos que siguen se alude al agudo sonido de éste, mientras que el rabé morisco gozaba de una sonoridad tenue y algo apagada. Al- Farabí (c. 870-c. 950) señaló (Kitab al-Músiqi al Kabir) que éste era el instrumento más cercano a la voz humana. Para distinguido del modelo que pervivió en el instrumento cristiano, se le añadía el adjetivo de morisco:
El rabé gritador, con la su alta nota
cabel el orabyn tanjendo la su rota;
(1229)
Medio caño e harpa conel  rrabe morisco
con ellos alegrança el galipe francisco;
(1230)
Se le representa frecuentemente en manos de juglares moros, algunos de ellos famosos en su tiempo, como Sarracelio de Xátiva, «jutglar de rabeu morisch», en cuya ciudad había una importante escuela de músicos moriscos. Ramón Menéndez Pidal (1942) señala que una de las escuelas de juglares más importantes de la segunda Edad Media se albergaba en las calles de la morería de Játiva, de donde «salían los artistas moros para recorrer, no sólo el reino de Aragón, sino los de Castilla y Navarra». Así, Pedro IV de Aragón «tenía también a sueldo dos juglares de Játiva tañedores de rabel y de la exabeba» (ib.).
rabel (del ár. rabáb, «resonar»; al., Rebec; fr., rebec; i., rebec; it., rebeca, ribeca) Pequeño cordófono de arco de factura semejante a la del laúd.
En latín aparece como rebeca y rebecum. Aimeric de Peyrac (siglo XIII) señala: «Quidam Rebecam arcuabant, quasi muliebrem vocem confingentes». Hyeronimus de Moravia (fl. 1272-1304)
en su Traetatus de musica (d. 1272) empleará la voz rubeba. En occitano eran usuales los nombres de rabey, rebeb, rebee y ribec, mientras que en francés fueron muy frecuentes durante la Edad Media las voces rebebe, rebeble, rebelle, rebesbe, ribebe, ribelle y rubebe. La palabra moderna rebee no se encuentra en documentos franceses hasta el siglo xv -a veces como rebeeq-, tomada, según Corominas (1954), del castellano rabé. En el Roman de la Rose (c. 1276) se lee:
harpes bien sonnans et rebebes ...
Arpas de bellos sonidos y rabel es ...
Guillaume de Machaut (c. 1300-1377) en Li temps pastour dirá:
Car je vis la tout en un cerne
viole, rubebe, guiterne.
Vivo aquí en un redil,
viola, guitarra y rabel.
mientras que Eustache Deschamps (1340-1407)
anota:
Guiterre, rebebe ensement
harpe, psaltérion, douçaíne
n' ont plus amoureux  sentement
vielle, fleuthe traversaine.
Guitarra junto con rabel,
arpa, salterio y dulzaina,
no reúnen tantos sentimientos amorosos
como la viola y la flauta
travesera.
Jean Molinet (1433-1597) (Chanson sur la journée de Guinegate), cronista de la corte de Borgoña, utilizará la forma rebelle, todavía muy usada en su tiempo:
Sonnez tabours, trompes, tubes, clarons,
flustes, bedons, symphonies, rebelles,
Que suenen tambores, trompas, tubas y clarines,
flautas, sinfonías, tamboriles y
rabeles,
mientras que Maurice Sceve (c. 150l-e. 1564), en su Égloge de la vie solitaire, emplea ya rebec:
ayant toujours flüte, ou musette au bec,
qu'il aime plus que harpe ni rebec.
teniendo siempre una flauta o una museta en los labios,
que le gustan más que el arpa o el rabel.
FOTO: Músicos de rabel y laúd. Cantigas de Santa María de
Alfonso X el Sabio (siglo XIII).

Es verosímil que la antigua palabra francesa ribebe pasara al italiano ribeca y rebeca. En el poeta Alione (siglo xv) aparece como rebbeba. En alemán, el término usado antes de la moderna implantación de Rebec era el genérico Geige, al igual que lo sucedido en Francia, donde no era infrecuente el apelativo gigue aplicado al rabel. En inglés, antes de la adopción de rebec, las antiguas y más comunes denominaciones eran las de ribibe -también con la grafía rybybe-, rubeble y rubible. En catalán medieval eran de uso corriente rabeu y rebeu, y el diminutivo rabeuet. En varios documentos de la cancillería de la casa real catalanoaragonesa aparece el primer vocablo citado. En febrero de 1337, Pedro IV mandó una misiva al justicia de Játiva pidiéndole un tañedor:
«Como nos hayamos menester a Hali Ezigua, moro juglar tocador de rebeu, por eso vos enviamos decir et mandar que, vistas las presentes, nos lo fagades venir do quiera que Nos seamos; et aquesto non mudedes ni alarguedes por ninguna manera» (Ramón Menéndez Pidal, 1942). El justicia cumplió la petición y envió a Valencia en los primeros días de marzo, no sólo a H. Ezigua sino también a otro juglar morisco de Játiva, Çahat Mascum, tañedor de ajabeba» (ib.). El 21 de julio de 1377, el todavía infante Juan requiere varios instrumentos musicales: « ... Mossen P d Artes ... Digats a Johanni, ministrer nostre qui es aci, que faire be si se n venia car los estruments d'argent son ja acabats esos companyons los cornen ja; [ ... ]. E volem que ns les arpes, els rabeus, els lauts e les pells al pus tots que porets» (M. C. Górnez, 1979). Todavía en los primeros años del siglo xv, en la capilla real navarra tenemos noticia del organista Anton Ferrer, también «sonador de rabeu» (Higini Anglés, 1970). Ya en el siglo XVI, era frecuente el diminutivo rabevet; así, Valeri Fuster (c. 1556) en su canción titulada Cric-Crac dice:
Fui-li aprés, per namorarla,
una dolça musiquella
de trompins i cornicons
i rabevets de godella.

También encontramos el diminutivo siguiente en Bartumeu Carceres (siglo XVI), en un villancico que forma parte de su Ensalada La Trulla:
E sanahuen tots acors
ab rebicus e monacors,
y ab veus autes, grans e forts
dansahuen l'auta serena.

A partir del siglo XVII su equivalente será rabequet. En francés fue frecuente la voz diminutiva rabouquin. El castellano rabé se documenta en el Libro de buen amor (c. 1330) del Arcipreste de Hita (c. 1283-c. 1350):
El rabé gritador, con la su alta nota
cabel el orabyn tanjendo la su rota; (1229)
Y más tarde aparece en el Poema de Alfonso Onceno:
El laúd yvan tanendo
el rabé con el salterio. (407) 

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