jueves, 28 de febrero de 2013

INSTRUMENTOS DE ARCO. (EN EL MUNDO) I

INSTRUMENTOS DE ARCO. (EN EL MUNDO). I

Estamos en un forzado descanso invernal. No es tiempo de labores artesanas, al contrario de lo que nos recuerda la tradición. En un ambiente rural de hace 100 años -más o menos- resultaba normal entretenerse, sentados al calor de la lumbre, en la cocina, arreglando los aperos de labranza -los hombres- o tejiendo y cosiendo -las mujeres-. Para los "urbanitas" de hoy, con la nieve y el frío invernal, lo normal, durante el tiempo libre,  es permanecer en casa, con la calefacción, viendo la tele o navegando por internet.

Este preámbulo -no sé si muy oportuno- sirve para "justificar" mi ausencia de actividad artesanal y publicar en el blog RABEL las fotos de una exposición a la que acudimos en la SALIDA CULTURAL que, como Presidente de la ASOCIACIÓN CULTURAL Y JUVENIL RABELISTAS CAMPURRIANOS, organicé al vecino territorio asturiano, en junio de 2002. Son fotos de una exposición de instrumentos en Gijón que merece la pena recordar y entretenerse con su visión porque nos van a seguir dando una idea cosmopolita del instrumento. Las fotos no son de muy buena calidad. En parte porque no soy un fotógrafo demasiado experto y, en parte, porque no recibí autorización para hacerlas y tuve que ser lo más discreto posible.  Comenzamos con ESPAÑA Y EUROPA.




sábado, 16 de febrero de 2013

DICCIONARIO DE INSTRUMENTOS MUSICALES de Ramón Andrés (y II)


DICCIONARIO DE INSTRUMENTOS MUSICALES de Ramón Andrés (y II)

Durante el siglo xv coexistió la forma arrabé con la usual rabé; en fray Íñigo de Mendoza (c. 1425-c. 1507) hallamos ambos términos en un mismo poema (Unas coplas fechas a peticion de Doña Juana de artagena):
mas lieva tu el caramiello,
los alboques y el rabé
con que hagas al chiquiello
un huerte son agudiello,
que quicá yo baylaré ...
Yo tañeré mi arrabé,
que tengo en la mi hatera

Acerca del término rabé, R. Menéndez Pidal (ib.) cuenta el siguiente caso: «Costana, cantor y poeta de la corte de la Reina Católica, según una anécdota de Melchor de Santa Cruz, aspiraba nada menos que a la alcaldía de una fortaleza; ésta se llamaba Rabé, cerca de Burgos, y como no llevaba trazas de conseguirla, declaró la que ahora se llama huelga de brazos caídos, dejando de cantar; extrañada la reina Isabel, preguntó un día: "¿Por qué no canta Costana?"; a lo que respondió un comendador: "Señora, ha jurado de no cantar sin Rabé"». Como se ha dicho, en el siglo XVI el apelativo común sería el de rabel. Corominas (ib.) toma como primera referencia de esta voz el año 1570, aproximadamente, al basarse en la cita que figura en el Diccionario de autoridades, que pertenece a Luis del Mármol (Descripción de África, 1, 32): «Las tocan y cantan suavemente, a son de unas sonájas, como las folias de Portugal, o de laúdes o rabéles». No obstante, había aparecido con anterioridad. Lucas Rodríguez (c. 1550) en su Romance pastoril, dice:
y por poder descansar
de su trabajo pesado,
a un alto sauce se arrima
con su rabel estimado,

Ya Jorge de Montemayor (1520-1561) empleó profusamente este nombre en Los siete libros de la Diana (1560): seis veces en el Libro 1, cuatro en el Libro II, una en el Libro IV, tres en el Libro V, dos en el Libro VI y dos en el VII. En la Canción de Sireno (Libro II) escribe:
Esto Sireno cantava
y con su rabel tañía
tan ageno de alegría
que el llorar no le dexava
pronunciar lo que dezía.

Y en los primeros compases del Libro I leemos que «gastava el pastor en solo gozar del suave olor de las doradas flores, al tiempo que la primavera, con las alegres nuevas del verano, se esparze por el universo, tomando a vezes su rabel que muy pulido en un çurrón siempre tarya ... ».
Esta forma quedará fijada ya en los escritores y poetas del Siglo de Oro y con el tiempo tendrá únicamente un carácter pastoril, alejado del rango que obtuvo en la música de la Edad Media. Covarrubias (1611) dice «que usan dél los pastores, con que se entretienen, como David hazía con su instrumento», y el Diccionario de autoridades lo define como «instrumento músico pastoril. Es-pequeño, de hechura como la del laúd. Compónese de tres cuerdas solas, que se tocan con arco, y forman un sonido mui alto y agudo». El prerromántico José Iglesias de la Casa (1748-1791) aún participará del tópico que lo vincula a un elemento rústico en su letrilla La rosa de abril:
De mi rabel dulce
el eco sutil
un tiempo escucharon
alondra
y colorín.

Pero el desarrollo del instrumento culto medieval había tenido lugar durante el siglo XII como evolución de la giga; de hecho se trataba de este mismo instrumento, al que se le practicaron algunas modificaciones para convertirlo en un cordófono de arco. Como manifiesta María R. Álvarez (1982), incorporó también algunos caracteres propios del rabé morisco, que era considerablemente más antiguo. Probablemente esta adaptación, según la autora, fue realizada por los musulmanes y no por los músicos cristianos, a quienes se atribuye con frecuencia la autoría de dicha transformación, realizada con la finalidad de adaptar el nuevo cordófono a las exigencias de la música occidental. Estaba fabricado en un solo bloque de madera y su cuerpo era piriforme, con espalda notablemente abombada y un clavijero en forma de hoz, rematado por la talla de una cabeza humana o de animal. Su batedor era corto y poco curvo. Algunos ejemplares primitivos poseían el clavijero plano -redondo o bien en forma triangular- con las clavijas posteriores, al igual que el rabel que toca un juglar en la miniatura de una Biblia inglesa (c. 1130) (British Library, Londres). No era inusual el tipo en forma de pala, hacia atrás, análogo al del laúd, como se representa en La Virgen y el Niño (1404) de Nanni di Jacopo (colección privada, Italia). Sin embargo, el más acostumbrado fue el clavijero similar al de la bandurria, con sus clavijas laterales. Los oídos de la tabla armónica variaban en su formato; por lo común, los rabeles más antiguos tenían tornavoces de media luna, como el instrumento que
figura en un capitel del claustro de la Daurade (siglo XII) (Museo de los Agustinos, Toulouse).
Otras veces llevaban una boca emplazada cerca del angostamiento de la caja, como se observa en el Retablo de la Virgen y san Francisco de Nicolás Francés (d. 1434-m. 1468) (Museo del Prado). Frecuentemente, sobre todo en los modelos renacentistas, el oído consistía en una o varias rosetas, tal como figura en fra Angelico (1387- 1455) (Ángel músico, Museo San Marco, Florencia) o en el posterior Vittore Carpaccio (c. 1465- c. 1514) tStorie de Sant'Orsola. Ritorno degli ambasciatori inglesi, Galleria dell' Accademia, Venecia). Los modelos más tardíos, por influjo de la fídula, tenían generalmente oídos en forma
de c, como en la pintura de Gיrard David (siglo XVI), La Virgen y el Niño (Musée des Beaux- Arts, Ruán). M. R. Álvarez indica que una de las influencias del rabé morisco sobre el nuevo instrumento era la diferencia de altura que existía entre la tabla armónica y el batedor. Ello puede advertirse de modo muy notable en el instrumento plasmado en La Virgen y el Niño rodeados de ángeles músicos (c. 1500), del Maestro del tríptico Morrisson (Musées Royaux de Beaux-Arts, Bruselas), o en el grabado de Musica getutscht (1511) de Sebastian Virdung, donde se le llama clein Geige. El rabel estaba provisto de dos o tres cuerdas de tripa -afinadas por intervalos de cuarta o quinta- que se anudaban a un cordal unido a su vez a un botón ubicado en la parte inferior de la caja. Ya en el siglo xv se dieron rabeles de distintas dimensiones -tiples, tenores, bajos-o Martin Agrícola nos da en su tratado (1528) estas afinaciones... (...)
Este último fue relativamente frecuente y se tocaba sobre la rodilla, como se observa en la miniatura de un salterio de Alfonso el Magnánimo (siglo XV) o en un retablo de Bartolomeo Cristiani (sigloXV) (Museo Civico, Pistoia), donde dos Ángeles apoyan el rabel en la rodilla izquierda. A estos tres modelos, Agricola les añade una cuerda aguda siguiendo la misma relación interválica. La forma corriente de tañido de los modelos agudos se producía apoyando el instrumento en el pecho, con una ligera inclinación hacia abajo; también fue costumbre descansarlo sobre la clavícula, contra el cuello. Así, era común la participación de tañedores de rabel en actos Procesionales, que al igual que otros instrumentistas tocaban el instrumento caminando, como los «rabiteros» o «rabiqueteros» que acompañaron la procesión del Corpus en Zaragoza, en 1513: se pagan «II sueldos» a Lope y Pedro de Campo, y «III sueldos» a Johan Jayme (Pedro Calahorra, 1978). En una cédula que relaciona los gastos de otra procesión del Corpus en Zaragoza, pero esta vez de 1550, figuran nada menos que nueve tocadores de rabel: Escudete, Pedro Pérez, Pedro Francés, Miguel de Tauste, Tomás Pérez, Toribio López, Andrés Cariñena, Ramón Sanes y Sancho Hernández (ib.). Todos ellos perciben tres sueldos. Muchas cortes y casas señoriales europeas contaban con ministriles de rabel; en el Libro de cámara (1490) de González Fernández de Oviedo, en referencia al infante Juan, hijo de los Reyes Católicos, se dice que «tenía músicos de tamborinos e dulçainas e de harpa, e un rabelico muy precioso». También en la corte de Enrique VIII en Inglaterra se registran varios músicos de rabel, así como en la corte francesa. Los ministriles de este instrumento fueron muy numerosos en el norte de Italia, mas, a pesar de la gran implantación que tuvo en toda Europa, tenderá a desaparecer en el siglo XVI debido al auge de las violas y los violines, de mayor prestación musical.
Con el tiempo sólo pervivirá un tipo de rabel pequeño cuyo desarrollo incidirá en la pochette francesa, que es análoga al rabelillo pintado por Juan Correa de Vivar (mediados del siglo XVI) en manos de un ángel músico (La Natividad, Museo del Prado), seguramente el rabequín citado por Pietro Cerone (1613). Tanto S. Virdung (ib.) como Martin Agricola (ib.) le confieren cierta deferencia en sus tratados, pero para entonces ya estaba considerado como un instrumento de rango inferior. Durante los siglos XVII Y XVIII su nombre se asociará a los festejos populares y a las canciones de la Navidad; ya vimos cómo en 1611 Covarrubias señalaba que «usan dél los pastores», y en manos de éstos aparecerá en numerosas letrillas. Miguel de Cervantes (1547-1616) en un famoso pasaje citará también al rabel entre «los instrumentos pastorales» (Quijote, parte segunda, LXVII). No es extraño que el nombre latino dado al rabel en el Diccionario de autoridades sea el de lyra rustica. En muchas ocasiones se le denominará con el diminutivo rabelillo, no tanto por su tamaño sino por su tosquedad y condición, tal acaece en el romance de Luis de Góngora (1561-1627) Cuando la rosada aurora.

NOTA: Está a punto de terminar la referencia al rabel en el Diccionario de Instrumentos Musicales de Ramón Andrés. El párrafo siguiente -y último- se refiere a su presencia en Cataluña y afirma que "el rabel propiamente dicho desaparecerá"... En Cantabria, especialmente en Campoo, no se ajusta a la realidad. El rabel ha sobrevivido con notable interés y, algunos, pretendemos construir y tañer con las formas y sonidos tradicionales.

Paulatinamente, el rabel propiamente dicho desaparecerá y sólo se conservará su nombre para describir a aquellos instrumentos de arco de rústica factura, a menudo construidos por su tañedor. 


Como señala Josep Crivillé i Bargalló (1983) al referir la procedencia de los instrumentos tradicionales, los tipos de rabel «han sido múltiples y se han diferenciado notablemente al paso del tiempo. Las cajas de tales instrumentos, más o menos perfeccionadas, han pasado de las simples cañas abiertas y calabazas vacías a los tipos de caja más diversos». Se usaba generalmente para acompañar el canto y todavía hoy pervive en alguna zona de Extremadura y de Castilla. Como indica el estudioso, se conocerá, según las zonas geográficas, como reveber, rebeu, rabalejo, rebent, rabil, rabenque, etc., nombres equivalentes del txirrin euskérico. Se encuentra también con el curioso nombre catalán de contrabaix de bufa.
rabel de rueda VIOLA DE RUEDA.
rabel morisco RABÉ MORISCO.
rabelico RABEL.
rabelillo RABEL.
rabenque Rabel monocorde. (--> RABEL.)
rabequet (cat.) RABEL.
rabequín RABEL. • 2. POCHETTE.
rabeu (cat.) RABEL.
rabeuet (cat.) RABEL.
rabevet (cat.) RABEL.
rabey (oc.) RABEL.
rabil RABEL.
rabouquin (fr.; dim. de rebec) RABEL.
racket (i.) RACKETT. 


miércoles, 13 de febrero de 2013

RABELES EN EL ARTE MEDIEVAL

RABELES EN EL ARTE MEDIEVAL.

Antes de seguir con la segunda parte del RABEL EN EL DICCIONARIO DE INSTRUMENTOS MUSICALES, vamos a conocer algunas de las fotos en el arte de esa época.


Fotos del libro sobre costumbres medievales

Figura de abajo. Rey trovador y juglares. Cantiga 120, viñeta 1. Cantigas de Santa María. Códice rico. Biblioteca de El Escorial (Ms. T.I. 1).














Figura de arriba. Festín de Herodes, detalle. Pintura mural. Florencia, iglesia de la Santa Cruz, capilla Peruzzi. Vida de San Juan Bautista. Giotto, 1320.




Izquierda.       Juglaresa tocando un rabel. 

DERECHA. (Como ya he comentado con anterioridad). Dibujo que realicé en el año 2000  de la juglaresa para el carnet de socio, el tríptico divulgativo y otros usos, de la ASOCIACIÓN CULTURAL Y JUVENIL RABELISTAS CAMPURRIANOS.


Derecha. Juglar tañendo un laúd con plectro. Ambas, son pinturas murales del refectorio de la catedral de Pamplona, Juan Oliver, 1330. Hoy en el Museo de Navarra, Pamplona.






San Miguel do Monte (Chantada, Lugo): tímpano de la puerta sur en el que se representa una actuación de juglares. (Archivo Yzquierdo).






San Pedro de Trasalba (Amoeiro, Ourense): Capitel de la portada con pareja de juglares. (Archivo Yzquierdo).

lunes, 11 de febrero de 2013

DICCIONARIO DE INSTRUMENTOS. El rabel.


CON EL RABEL A CUESTAS, vamos de aquí para allá; es decir, pasamos de lo concreto, de lo próximo a lo más lejano y universal, en una especie de rondo en el cual el rabel ocupa el centro. Ahora toca verlo desde fuera. Se trata de media docena de páginas que insertaremos en dos sesiones. La primera llega hasta el SIGLO XV.  Estamos con la versión "oficial" de su origen y evolución. Debemos seguir aprendiendo. 


EL RABEL EN EL DICCIONARIO DE INSTRUMENTOS MUSICALES DE Ramón Andrés.

rabáb (ár.) RABÉ MORISCO.
rabai (OC.) RABEL.
rabalejo RABEL.
rabaquet (dim. cal. de rabel) RABEL.
rabé ant. RABEL.
rabé morisco (t., rabáb, rebábi Instrumento cordófono, especie de laúd corto, que fue modificado entre los siglos x y XI para ser frotado con un arquillo. (RABEL.)
(Músicos de rabé morisco. Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio (siglo XIII). FOTO DE LA PORTADA DEL DICCIONARIO.
De procedencia islámica, estaba constituido por un solo bloque gradualmente estrechado hacia el clavijero, que tenía forma de pala y estaba inclinado hacia atrás, como en el laúd; las clavijas se disponían en flanco. No poseía cordal frontal, sino que sus cuerdas, que eran de tripa y en número de dos, permanecían sujetas a un resorte ubicado en la parte inferior de la caja. Su puentecillo era bajo y plano y se apoyaba sobre una tapa armónica, que consistía en una membrana; sin embargo, puede decirse que dicha tabla, a menudo ornamentada, quedaba prolongada hacia la parte superior del instrumento, fabricada en madera -inicialmente era de cuero- y dotada de uno o varios orificios -frecuentemente rosetas- que actuaban como tornavoces. La tabla contaba con dos niveles, quedando la membrana en un plano inferior. No tenía batedor y se tañía con un arco corto y curvo. La longitud oscilaba en torno a los 50 cm. De hecho, esta descripción responde a la del rabáb clásico árabe -todavía en uso en las agrupaciones instrumentales del Norte de África- que penetró en la península ibérica hacia el siglo XI y su práctica se mantuvo hasta bien entrado el XIV. Se tocaba a la manera oriental, esto es, apoyado sobre las piernas.
Egidius de Zamora (siglo XIII) menciona este instrumento en De musica (c. 1260), pero la primera documentación castellana se encuentra en el Libro de buen amor (c. 1330) del Arcipreste de Hita (c. 1283-c. 1350); en dicha obra se diferencia el rabé morisco del rabel propiamente dicho, ya que en los versos que siguen se alude al agudo sonido de éste, mientras que el rabé morisco gozaba de una sonoridad tenue y algo apagada. Al- Farabí (c. 870-c. 950) señaló (Kitab al-Músiqi al Kabir) que éste era el instrumento más cercano a la voz humana. Para distinguido del modelo que pervivió en el instrumento cristiano, se le añadía el adjetivo de morisco:
El rabé gritador, con la su alta nota
cabel el orabyn tanjendo la su rota;
(1229)
Medio caño e harpa conel  rrabe morisco
con ellos alegrança el galipe francisco;
(1230)
Se le representa frecuentemente en manos de juglares moros, algunos de ellos famosos en su tiempo, como Sarracelio de Xátiva, «jutglar de rabeu morisch», en cuya ciudad había una importante escuela de músicos moriscos. Ramón Menéndez Pidal (1942) señala que una de las escuelas de juglares más importantes de la segunda Edad Media se albergaba en las calles de la morería de Játiva, de donde «salían los artistas moros para recorrer, no sólo el reino de Aragón, sino los de Castilla y Navarra». Así, Pedro IV de Aragón «tenía también a sueldo dos juglares de Játiva tañedores de rabel y de la exabeba» (ib.).
rabel (del ár. rabáb, «resonar»; al., Rebec; fr., rebec; i., rebec; it., rebeca, ribeca) Pequeño cordófono de arco de factura semejante a la del laúd.
En latín aparece como rebeca y rebecum. Aimeric de Peyrac (siglo XIII) señala: «Quidam Rebecam arcuabant, quasi muliebrem vocem confingentes». Hyeronimus de Moravia (fl. 1272-1304)
en su Traetatus de musica (d. 1272) empleará la voz rubeba. En occitano eran usuales los nombres de rabey, rebeb, rebee y ribec, mientras que en francés fueron muy frecuentes durante la Edad Media las voces rebebe, rebeble, rebelle, rebesbe, ribebe, ribelle y rubebe. La palabra moderna rebee no se encuentra en documentos franceses hasta el siglo xv -a veces como rebeeq-, tomada, según Corominas (1954), del castellano rabé. En el Roman de la Rose (c. 1276) se lee:
harpes bien sonnans et rebebes ...
Arpas de bellos sonidos y rabel es ...
Guillaume de Machaut (c. 1300-1377) en Li temps pastour dirá:
Car je vis la tout en un cerne
viole, rubebe, guiterne.
Vivo aquí en un redil,
viola, guitarra y rabel.
mientras que Eustache Deschamps (1340-1407)
anota:
Guiterre, rebebe ensement
harpe, psaltérion, douçaíne
n' ont plus amoureux  sentement
vielle, fleuthe traversaine.
Guitarra junto con rabel,
arpa, salterio y dulzaina,
no reúnen tantos sentimientos amorosos
como la viola y la flauta
travesera.
Jean Molinet (1433-1597) (Chanson sur la journée de Guinegate), cronista de la corte de Borgoña, utilizará la forma rebelle, todavía muy usada en su tiempo:
Sonnez tabours, trompes, tubes, clarons,
flustes, bedons, symphonies, rebelles,
Que suenen tambores, trompas, tubas y clarines,
flautas, sinfonías, tamboriles y
rabeles,
mientras que Maurice Sceve (c. 150l-e. 1564), en su Égloge de la vie solitaire, emplea ya rebec:
ayant toujours flüte, ou musette au bec,
qu'il aime plus que harpe ni rebec.
teniendo siempre una flauta o una museta en los labios,
que le gustan más que el arpa o el rabel.
FOTO: Músicos de rabel y laúd. Cantigas de Santa María de
Alfonso X el Sabio (siglo XIII).

Es verosímil que la antigua palabra francesa ribebe pasara al italiano ribeca y rebeca. En el poeta Alione (siglo xv) aparece como rebbeba. En alemán, el término usado antes de la moderna implantación de Rebec era el genérico Geige, al igual que lo sucedido en Francia, donde no era infrecuente el apelativo gigue aplicado al rabel. En inglés, antes de la adopción de rebec, las antiguas y más comunes denominaciones eran las de ribibe -también con la grafía rybybe-, rubeble y rubible. En catalán medieval eran de uso corriente rabeu y rebeu, y el diminutivo rabeuet. En varios documentos de la cancillería de la casa real catalanoaragonesa aparece el primer vocablo citado. En febrero de 1337, Pedro IV mandó una misiva al justicia de Játiva pidiéndole un tañedor:
«Como nos hayamos menester a Hali Ezigua, moro juglar tocador de rebeu, por eso vos enviamos decir et mandar que, vistas las presentes, nos lo fagades venir do quiera que Nos seamos; et aquesto non mudedes ni alarguedes por ninguna manera» (Ramón Menéndez Pidal, 1942). El justicia cumplió la petición y envió a Valencia en los primeros días de marzo, no sólo a H. Ezigua sino también a otro juglar morisco de Játiva, Çahat Mascum, tañedor de ajabeba» (ib.). El 21 de julio de 1377, el todavía infante Juan requiere varios instrumentos musicales: « ... Mossen P d Artes ... Digats a Johanni, ministrer nostre qui es aci, que faire be si se n venia car los estruments d'argent son ja acabats esos companyons los cornen ja; [ ... ]. E volem que ns les arpes, els rabeus, els lauts e les pells al pus tots que porets» (M. C. Górnez, 1979). Todavía en los primeros años del siglo xv, en la capilla real navarra tenemos noticia del organista Anton Ferrer, también «sonador de rabeu» (Higini Anglés, 1970). Ya en el siglo XVI, era frecuente el diminutivo rabevet; así, Valeri Fuster (c. 1556) en su canción titulada Cric-Crac dice:
Fui-li aprés, per namorarla,
una dolça musiquella
de trompins i cornicons
i rabevets de godella.

También encontramos el diminutivo siguiente en Bartumeu Carceres (siglo XVI), en un villancico que forma parte de su Ensalada La Trulla:
E sanahuen tots acors
ab rebicus e monacors,
y ab veus autes, grans e forts
dansahuen l'auta serena.

A partir del siglo XVII su equivalente será rabequet. En francés fue frecuente la voz diminutiva rabouquin. El castellano rabé se documenta en el Libro de buen amor (c. 1330) del Arcipreste de Hita (c. 1283-c. 1350):
El rabé gritador, con la su alta nota
cabel el orabyn tanjendo la su rota; (1229)
Y más tarde aparece en el Poema de Alfonso Onceno:
El laúd yvan tanendo
el rabé con el salterio. (407) 

lunes, 4 de febrero de 2013

PEGATINAS SOBRE EL FOLCLORE

PEGATINAS SOBRE EL FOLCLORE.

Aunque llevo unos día sin introducir contenidos nuevos, observo con satisfacción que las visitas siguen aumentando. Lo agradezco en lo que vale, (que para mi es mucho).

"Buscando en el baúl de los recuerdos" me encuentro con el modelo de las pegatinas que repartía en las exposiciones de San Mateo en Reinosa, en los primeros años de su celebración. (Duraron desde 1987 hasta 2001). Quiero decir que, sobre el modelo que se adjunta, elegía papel especial para pegatinas -blanco o de colores- y fotocopiaba el modelo. Luego había que recortar cada pegatina y regalarlas a los niños (ya saben, aquello de "hacer cantera"). A decir verdad, en una ocasión, decidí que había que cobrar algo por ellas. (Siempre he mantenido la opinión de que lo que nos dan gratis, con frecuencia, no lo valoramos suficientemente). Pero ante el poco éxito de la idea, tuve que desistir y volver al sistema del regalo.
(Hasta una pegatina "pacifista" se incluía).